Trata sobre una combinación entre la ficción con la realidad sobre la cultura flamenca en Japón. Está protagonizado por Silverio Franconetti, un cantaor flamenco que no era apreciado en su tierra(Sevilla), por reconocer este arte como algo universal. Con el paso de los años, la gente comenzó a apreciar su maestría. Se funda así, un museo en Japón, donde se observan en el vídeo, gracias a las nuevas tecnologías, máquinas que intentan imitar los cantos flamencos, con el fin de conocer a fondo la cultura y las raíces de este talento.
Tras el visionado, un escritor llamado Carlos Rodríguez nos leyó un texto sobre el problema que suponen cada vez más las nuevos medios y avances tecnológicos, ya que se introducen en este caso, en ámbitos que deberían ser más humanitarios y naturales.
Personalmente esta película me aburrió, ya que su duración fue de 2 horas y era un poco extensa. El flamenco no es mi estilo de música, pero si sé, que hay gente que sabe disfrutarlo y apreciarlo. Con él, los cantaores expresan sus sentimientos y las letras son muy personales. No estoy de acuerdo por lo tanto, con que los japoneses intenten imitar un arte que lleva en España tantos años, y mucho menos utilizando máquinas.
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